2018 Tiempo de Desgracias.      Una Aventura Militante

10.02.2021

I. La Banda.


Era una runfla ocasional de fracasados políticos con los blasones de toda una vida dedicada a dejar de serlo....sin éxito, claro. Tano era el único laburante en algo que decentemente se pudiera llamar laburo: albañilería, pintura, arreglos eléctricos, plomería. El del peronismo que no necesita explicaciones. El escucha atento de los cráneos de la teoría y el solfeo, todos los otros. Sabía de qué hablaban pero no intervenía, su grado de comprensión metafísica de la cosa peronista lo ponía por encima de las trivialidades angustiosas del conjunto. Que si Fulanito, que si Menganito, que los traidores y los leales y la clásica de los que son y los que sólo lo parecen y los piores, los que se hacen. Ni hablar de los "qué hacemos, cómo lo hacemos, cuándo..." y el altísimo interrogante de "quién lo conduce". Los tópicos de las impotencias militantes. Parte de su superior condición era no estar consciente de todo lo más que sabía y una dignísima humildad en la escucha de tanta pavada.

Estaba Rodolfo, nuestro corresponsal de guerra de prosapia correntina, el más consistente en combinación de historia personal peronista y formación militante específica del campo nacional y popular, sin las teorías extrañas que lo contaminan y tergiversan, y de las que paradojalmente abreva. Funcionaba como un control natural a los delirios que se disparaban en las tenidas. De su reflexión surgía si uno estaba dentro de los parámetros del Movimiento o en la banquina, por derecha o por izquierda. Conchabado en un oscuro escritorio de un oscuro pasillo en un oscuro ministerio de oscura actividad. Quedó ahí como inadvertido rezago de la última gestión primaveral del proyecto nacional y era todo tan oscuro que no lo veían y no lo echaron.

Como todo el mundo sabe no hay revolución justicialista sin hombres de negocios. El grupo tenía el suyo: Guillote. No obstante el pobre lugar del conjunto en la pirámide alimentaria se puede decir que el Guillote era un lujo. Galán de miles de historias. Refinado en los límites peronistas, ningún barroco. Emprendedor, capaz de encarar un negocio y sostenerlo y hacerlo rentable. Rara avis en el mundo de la lumpen política que vive acomplejada si encuentra soluciones razonables a su cotidiano por contradecir la condición de resentimiento antisistema que la alimenta. Era un bon vivant de los que no duelen ni lastiman, que no se envidian, de los que se disfruta y ayudan a completar las propias carencias.

La división artística estaba a cargo de un músico jipi, de pelo largo y enrulado, cantor, compositor, arreglador, director coral. Circulaba como un identikit del veterano perdulario, marihuanero de sandalias y morral, colgado en los pececitos de colores. El primer sospechoso que encararía la patota policial en el quilombo que fuera. Pero nada es lo que parece, así parece...El tal Ciriaco era un Rimoldi Fraga encubierto, un ortodoxo de aquellos, la cantidad tolerada de facho en el movimiento nacional. Era San Martín, Rosas, Perón e Isabelita. Era el referente por derecha, el límite del plato para la infiltración judeo-marxista-drogadicta-homosexual-atea que acecha constantemente la pureza mestiza del peronismo. Lo habían formado los Guardianes y así quedó.

El ala pragmática todo terreno, el desideratum de la confusión entre el interior ideológico y el exterior que se sube a cualquier colectivo lo cubría el Sueco. Solidario, dispuesto al aguante y contenedor con los compañeros pero temible con el afuera. Ahí funcionaba como un clásico "no me importa nada", "sálvese quien pueda", "el último cola e'perro". Era difícil saber qué pensaba realmente sobre las cosas discutidas en el tapete, en general parecía que le importaban un pomo. Que los ámbitos de la política los tenía por heredados de su familia y de su propia coyuntural historia juvenil. Que era el club que le había tocado frecuentar pero no en el que creyera por amor a la camiseta.

Y Arturo. Un nostalgioso de lo que no fue, o no fue de ese modo. Un lamento de lo que pudo ser. El organizador de relatos, que si no sabe inventa para darle sentido a la obra. Un especialista en disparar quilombos discursivos. Un sofista semi ilustrado, semi inteligente, semi perspicaz, semi gracioso, semi pretencioso, semipelo. Chancho pequeño burgués que puestas las cosas entre el Sheriff De Nottingham y Robin Hood eligió la banda de desarrapados para embellecerse la vida y darle sentido. Con veleidades de prócer no reconocido ni valorado. Con imaginario de compromiso y acción y hábitos de vagancia y mal entretenimiento. Un megalómano con autoestima baja, un plomo.

Y no había chicas, porque cuando aparecían era para quilombo. Pero iban a necesitar de Ana , no era un problema, era imposible

..........................................................................................................................................................................

II. La Dimensión Desconocida.


No había pasado, se lo había imaginado, eso era. Son esas pastillas para dormir, las que nunca tomaba y ya no sabía donde estaban, o la cabeza, necesitada de algo con qué excitarse. Era esa idea pelotuda de la que estuvieron hablando. Era el embole del trabajo manual, repetido hasta el hartazgo. Ese que nunca se termina porque con la pincelada de la última habitación ya se notaba el deterioro en la primera. Porque el orden es el deterioro y la decadencia y sobre eso se agota el esfuerzo humano, con una pasión obnubilada por retrasar o disfrazar la degradación que es el curso natural.

Le habían dado una casa en Paternal a pintar y arreglar para la venta. No había que apurarse, no iba a necesitar ayudantes para cumplir plazos, podía quedarse a vivir en ella con un plus de trabajo de sereno. Es más, era una estrategia de venta que hubiera alguien trabajando en la casa a la hora de mostrarla, que los eventuales compradores sumaran a su expectativa la cantidad imaginaria de mejoras que se le estaban haciendo. Todo verso, no pasaba de tapar agujeros, cambiar gomitas de las canillas, aligerar desagües y colocar las tapitas de luz faltantes. Y la pintura, eso sí...

Y lo que creía que había pasado no se volvió a repetir. Pasa que no había pasado. La casa era dos plantas, por la calle la frescura de una arboleda resistente como hincha pelotas, la de los bananos. Por atrás un pulmón de manzana despoblado de edificios, con algunos talleres casi siempre silenciosos, casitas pasillo, una escuela pública con el agradable bullicio de la vida aprendiéndose a sí misma. Un refugio de la ciudad vivible y razonable frente la ofensiva de la ciudad off-shore, de shoppings y rascacielos que proponía y empujaba la lacra gobernante. Lo que no pasó fue el viernes anterior, a la noche, a la medianoche. En una insoportable noche de fuego veraniego con nada para calmar, ni la terraza, ni la bebida, ni andar en bolas. Desde su atalaya con moverse un poco dominaba todos los ángulos del territorio: la calle, los fondos, los techos.

Entonces fue que llegaron. Cuatro camionetazas negras polarizadas. Estacionaron en el frente a metro de la vereda, tapando la calle como es debido para los dueños de la impunidad. La impunidad debe ejercerse, es atributo del poder, si no para qué sirve? Bajaron trajeados hombres de negro, cinco por lo menos. Miraron para todos lados, se toquetearon las zobaqueras y a una señal del morocho de negro mayor se dirigieron a una de las todo terreno de lujo. De ahí bajó el hombre, se lo veía clarito, su característica torpeza, el cagazo infinito de no saber íntimamente de qué mierda estaba hecho. Los culatas le hicieron un corrillo hasta la puerta vecina, una casita inhabitada en buen estado. El tipo sacó unas llaves, él tenía las llaves y entró. La seguridá piró. Toda, se fueron, chau, lo dejaron sólo.

Cada vez es más claro que no pudo haber pasado, menos mal que se mordió la lengua y no boqueó con los muchachos, hubiera sido un bochorno. Se había colgado para escudriñar la casa, pero no se prendían luces o tenía las aberturas herméticamente tapadas. Nada. A la tres de la mañana no daba para más, un delirio, tenía que buscar el sueño. Iba a arrancar cuando se abrió una puerta al afuerita de adentro y el tipo, sí, el tipo, ese, ese, es increíble, con un boxer rayado en celeste y blanco y chancletas blancas salió a mirar el pedacito mezquino de cielo que se puede ver desde un patio interior. Lo último que escuchó de lo que no sucedió es el regreso del camionetaje despuntando el día, el hombre salió, cerró con llave, guardó las llaves, se subió a la camioneta y fin de la alucinación.

Cuando todo quedó consistentemente aclarado en su almita, puesta a prueba, registró un estremecimiento. Ahí estaban de nuevo, las camionetas y el tipo, una locura...

..........................................................................................................................................................................

III. La Idea Fuerza.


Al que más se le ocurrían boludeces era a Arturo. Capaz que a todos les pasaba en el entre sueño cotidiano, ese que no es sueño ni es vigilia y que dura unas veinte horas por día. El que nos permite matar al vecino, estrangular al diariero, al colectivero o al taxista, a la buena ama de casa de enfrente, al proveedor, al cajero humano del banco que te manda al virtual. El del sexo desenfrenado que sería insostenible físicamente por más recursos de que se dispusiera y sobre todo impresentable. El entre sueño de la lotería, de convertirse en el Papá Noel familiar y alrededores. Pajas.

Lo que tenía Arturo, en todo caso, era la audacia para verbalizar sus boludeces. Hacía alarde festivo de su impudor e irresponsabilidad. Era un dulce para refutar desde la academia política pero movilizador en el llano de la infantería militante. No servía para estar de acuerdo pero sí para pensar con libertad y sin prejuicios. Después de sus barbaridades cualquier reflexión lucía sensata. El escenario de "todo pérdida" que se imponía, la colonia naturalizada en las cabezas de los que la sirven, la utopia más utópica que nunca, sin atisbos de anclaje en ninguna realidad potable, hacía estragos en las tertulias de la orga inorgánica del morfi y la charleta.

- Hay que producir un hecho fundacional, uno incontestable, que dibuje una sonrisa en las mayorías populares.

- Qué cosa? No pagar los servicios?, Todos a la Plaza? Paro general indeterminado? - se le ocurre a Tano que es un alma sana.

- Uno que sea bandera, que nos desintoxique de las humillaciones diarias. Un hecho que diga a los gritos y en silencio cómplice: hasta acá llegaron.

Sueco, el eterno exiliado recién llegado, es uno de los que ya lo había pensado pero al que nunca se le ocurriría decirlo y gratis menos.

- Una boleta? -pescó al vuelo el más razonable de los delirantes que además veía de lejos el "montonerismo" no tan residual del ideólogo- Rodolfo.

Ciriaco, el director artístico, se removió en su silla, un claro "ahí vamos de nuevo, otra vez sopa" y se preparó resignado a tener que remover los trapitos al sol de la desgastada polémica "que el foco esto y lo otro, que el fracaso, que la represión legitimada, que no sirvió para nada..."A Guillote le fascinaban estas gansadas, era mandado a hacer para el libreto de abogado del diablo. La repregunta demoledora, la reducción al absurdo de la pavada que se tratara.

- Y quién sería el pescado? Cuál es el personaje actual por el que todo el mundo festejaría el sacrificio? Majul? Leuco? El Gordo Casero? La Bullrich?

- No hay ninguno, ni el más sorete miserable de ellos, que no tenga su público en el aparataje comunicacional, finaciero y armado.

- Y quienes lo harían? cómo?, con qué? Del para qué, ni hablar...- Completó.

- Eso es lo que hay que ir respondiendo. -Dice Arturo que si algo hizo con coherencia y compromiso en su vida fue no entregarse.

- Yo me pregunto de qué estamos hablando. Ni borrachos estamos...- Afilando la punta de los tapones el Ciriaco.- Justo ahora que hay entusiasmo en la cosa electoral, que hay que construir mayoría razonable y ganadora nos vamos a prender en estas ocurrencias. Así no volvemos más.

- Vamos a perder, no importa cuántos votos saquemos porque vamos a perder, ya aprendieron el juego de la democracia tutelada. Tendríamos que tener una masa crítica de setenta por ciento de Pueblo transformador y no lo tenemos.

- Aún en el propio campo una mayoría estaría contenta con administrar mejor "la mierda que es" pero nada de llegar al hueso de la malaria. - entre Ciriaco y Arturo, ubicados en los límites opuestos del movimiento, la única síntesis posible era la del afecto y el respeto, en las ideas poco, lo que quedaba en el medio...que visto bien no es tan poco...

- Aunque así fuera- se juega el Sueco pragmático- Aunque definiéramos un personaje que cubriera los requisitos, no tendríamos ni para empezar a planear algo así.

- Y sí -mandó Arturo que tenía muchas fichas puestas en Sueco y lo consentía- es una idea...digo...

Hubo un intervalo, un silencio de piel de gallina y el Rodolfo, bostero y de gallina nada, se animó...-Un aramburazo?...Un Aramburazo.

..........................................................................................................................................................................

IV. El Poder de la Información.


Era el que siempre llegaba para preguntar, para aprender, para entender. Era el que no había tenido escuela, no la de los otros cráneos. Y esos se sentaban y disparaban fechas, nombres, historias. Tenían la autoridad del que puede dar fechas, nombres, historias. Tenían el monopolio de la agenda. De qué se habla y en qué términos. Denostaban el manejo manipulador y miserable de los medios monopólicos que inficionaba la cultura nacional y popular, que tergiversaba fechas, nombres, historias. Hacían lo mismo, lo hacían con él.

La militancia ilustrada, cada uno construido a imagen del propio ombligo, de la propia experiencia y del pequeñísimo mundito que le había tocado. Una suerte de lotería del conocimiento pero que se ejerce con omnipotencia bíblica.

- Pero vos qué sabés, en el 45 cuando Borlhengui le dijo al General...que fue más o menos lo mismo que le había dicho San Martín a Condarco minutos antes de la Batalla de Chacabuco...Y con semejante introducción cualquier contraargumentación que no tenga cita ilustre parecida queda para el chorizo.

- Alberto Fernández lo sabía, se lo dijo a Randazzo ese día que pasó, contado por Zanini que justo estaba sacando unas fotocopias.

Y cagaste. Si no estabas en el baño cagando con la puerta abierta en el mismo momento, cagaste. Se acabó la discusión, cualquiera fuera.

- Lo que pasa es que te quedaste en Habermas y ni siquiera pasaste por lo de Drucker o Klein, ni hablar de pegarle una hojeada a Zizek. A alguien como Tano sólo le quedaba la posibilidad de contar la formación de Argentino Juniors del 87, que de pedo se memorizó por que jugaba un primo segundo y lo iba a ver. Sólo para rellenar tanto vacío ofensivo.

La militancia ilustrada se cuenta a sí misma, individualmente, aunque en el relato abunden las epopeyas colectivas. Vive reforzando las conclusiones personales y en los casos más patéticos reivindicando a cada rato: "Esto se me ocurrió a mí". Por eso se hacen imposibles las construcciones. Son monólogos en grupo, de grupo. Cuando uno habla los otros están pensando en la respuesta, no en lo que dice. Están pensando en cuánto de lo que otro dice sirve para apuntalar lo que uno piensa, que como todos debieran saber, es lo único que importa. No hay la mínima conciencia que adherir a un proyecto de transformación supone el trabajo transformador sobre otros con la propuesta, sí, pero también la hidalguía de dejarse transformar por los otros en ese ejercicio.

No iba a pasar esta vez. Esta vez el que tenía la información era él y la iba a hacer valer. Lo iban a tener que mirar con la misma borrega admiración con que les escuchaba sus chismes de pasillo. Y lo que llevaba no era información, era "la" información. Ni siquiera eso, que le quedaba chico. Lo que el tenía era una Revelación. Una ventana imposible abierta al cosmos de lo posible. Algo parecido a La Anunciación. La intervención divina para cambiar el curso de la historia por fuera de los pedestres devenires humanos hechos de mezquinos causa y efecto.Nada de boludeces. Iba a reclamar la conducción de lo que se decidiera hacer con lo que llevaba antes de entregarles nada. Iba a emparejar los tantos con tantos tiroteos heroicos e imaginarios que les tuvo que soportar toda la vida. Les iba a meter por el culo tanta "información privilegiada de primera mano" que le hacían fumar cada vez que se reunían. Los ángeles se habían comunicado con él, no con alguno de los sabihondos. Y eso no se consigue calentando sillas en las roscas de los kioscos de la política. Eso tenía la fuerza de la chapa divina, de la unción profética.

Llegó a la reunión atrasado por el peso de tanta idea junta y sin anestesia. Saludó, hizo una pausa cortita para tomar aliento y ordenar secuencia de demandas, reclamos, chicanas y afines..y les contó todo de una.

.........................................................................................................................................................................

V. El Sueño del Pibe.


Los primeros cuarenta y cinco minutos posteriores a la revelación pasaron con las carcajadas destempladas, las chicanas más hirientes, los bufidos de la alta racionalidad. Y también las palmadas en el hombro a Tano, abrazos y descarada condescendencia. Una exaltada comprensión impostada a la tremenda boludez que acababan de escuchar. Un descarte inmediato, bien de ignorantes, de que aquello que no comprendo no existe. Un clásico festival de euforia desatada en la universal iglesia de los no creyentes.

Calmada la primera exaltación, cada uno en el rinconcito de sus fantasías y deseos más íntimos, empezó a buscar explicación a lo que no la tenía ni para empezar. Con ánimo de juego más que búsqueda sincera, cada uno revolvió en el cajón de sus conocimientos algo que alimentara el delirio. También algo que no dejara tan expuesto a Tano, a quien querían y respetaban mucho. Una lucecita de racionalidad que los devolviera al mundo real y pudiera honrar la veracidad del relato al que descontaban honesto pero tan desopilante que ni para joda servía.

El primero que se conmovió y no participó ni siquiera de los cuarenta y cinco minutos iniciales fue Arturo. Por un lado la cierta vanidad de que su disparate original hubiera impactado tan fuertemente la siquis del compañero más visceralmente pueblo de la cofradía. Eso hablaba del peso de sus palabras, de su cacicazgo, aunque no se encontrara probado en el miserable lugar relativo que ocupaba en las jerarquías militantes efectivas.

Y por otro lado era el único que se permitía el pensamiento esotérico. La creencia en planos superiores de conciencia que jugaban en el universo, aunque no estuviera a nuestro alcance saber a qué jugaban. Nada original, los griegos los imaginaban caminando entre los hombres y metiéndose en sus entuertos. Los mismos griegos fundadores del pensamiento racional y la prosapia científica de occidente. Pero para "los infidelis" no hay en esa paradoja entre creencias y razonamientos ni una chispita de duda: el tema de los dioses como "influencers" en los asuntos humanos sólo constituye una nota de color, un recreo permitido en las mentes dedicadas y exigentes de los padres de la reputada racionalidad.

- Vos decís que esto sucede los viernes más o menos a la misma hora...

Y el grupo sintió una oleada metafísica que los sacó de cualquier razonable especulación. No hubo muecas, ni risas, ni comentarios inmediatos. Perplejos del propio silencio, invitados a subirse a una moto imposible y con unas incomprensibles ganas de hacerlo. El resoplido razonable de la ortodoxia, Ciriaco, apenas se interpuso al éxtasis colectivo de pensar que eso fuera cierto. No alcanzó ni para él, cuyo corazoncito militante, largamente humillado por la realidad, quiso creer.

- Vos estás seguro que era él- mandó uno...

- Cuántas camionetas eran? Y cuántos tipos? Estás seguro que se fueron? De la casa donde vos estás se puede pasar a la otra? Hay que caminar los techos?

- No viste otra persona, alguna mina, un tipo...? Cuando salió al patio parecía drogado?

La maquinaria de adaptación a lo que fuera, esa pulsión a transitar lo desconocido, a desmenuzarlo, a vivir con él, que integraba desde los orígenes la historia de supervivencia de la especie, estaba en marcha. Cuando se instruía sobre apretar a alguien siempre se advertía: miren que la sorpresa e inmovilidad de tener una nueve milímetros en la panza dura segundos, después se puede esperar cualquier cosa. Los humanos se adaptan rápido y empujan, a veces para bien...a veces no.

La oportunidad de la puerta grande era grande. Ser parte de las crónicas colectivas es aspiración y realidad para quienes tienen el berretín de la militancia. "Yo estuve ahí", "Me acuerdo bien porque hasta me saludó", "La columna era de no sé cuantas cuadras y yo andaba por el medio", "Cuando se pudrió corrimos para..." Pero estar con nombre y apellido, eso es otra cosa, es un regalo, eso es el sueño del pibe.

- Contá todo de nuevo, bien desde el principio...- se atropellaron todos.

..........................................................................................................................................................................

VI. La Certeza y el Miedo.


Pasaron tres días de riguroso desconecte. Se silenciaron los culos y las tetas del guatsap, ya mermados por la ofensiva deconstruidora. Sólo el Guillote resistía con desnudos artísticos pero no por reaccionario sino por irredento seductor. De los cartelitos con chistes y diátribas políticas, nada. De saludos y chismes, menos. Ni los sesudos artículos de nuestros próceres teóricos, ni las escandalosas denuncias de nuestros periodistas militantes, nada. No querían tocarse ni con las teclas. No querían que nadie abriera un diálogo donde saltará el disparate de lo que no debían saber.

A sus nobles y anodinas vidas les había caido, pesada, la circunstancia de los hechos excepcionales, que es el escenario donde los hombres comunes pueden elegir transformarse en héroes. Así dicen, no? O más o menos. Toda la épica tanática de la humanidad, la que exalta la muerte heroica, el sacrifico, el martirio, se ennoblece en las causas declamadas. Tirios y Troyanos tienen sus víctimas y victimarios y las aclaraciones pertinentes. Claro que los nuestros son los que valen porque nuestras razones son las definitivas. Y es así aún cuando todo lo anterior pueda salir de las bocas equivocadas y sin que se les mueva un pelo.

Al tercer día nuestro periodista de trinchera, Rodolfo, mandó un mensaje tan frío que les heló los huesos y les contrajo las nalgas. Era perentorio pero noble, franco. Tenía tanta información como la cantidad afiebrada de imaginación de los destinatarios en esos tres días, un mundo imposible de procesar para elegir qué responder. A pesar del formato gramatical no era exigencia, ni tampoco un amable deseo de camaradería. No era insidioso aunque les revolviera las tripas. Era un mensaje llano entre hombres libres, esa condición sobre la que no es dable discursear, se ejerce o no: "Nos tenemos que ver".

Fueron llegando, mirando el piso, con ganas de no llegar nunca. Olfateando el compromiso, la seriedad y tratando de rajarle. La dolorosa y honorable película ya vivida miles de veces por todos ellos. La pregunta de Damocles que pesa cotidianamente sobre la elección militante: "Y cuanto de cuerpo vas a poner en esto?". Qué tan sinceros, qué tan compatibles con la utopía cacareada. Es a morir? o hay estaciones intermedias. Son las ideas del retobe y el resentimiento o la conciencia genuina de pertenencia al bando de los perdedores de la Tierra. Es por pose y snobismo o en defensa propia. Nunca se sabe...hasta que llegan las circunstancias excepcionales.

- Estuve investigando y tiene sentido- se largó...

- La casa es donde lo tuvo chupado la banda de los comisarios. Los detalles de por qué se cuelga ahí podrían ser el pasto de una novela de apuradas, no es el caso. Será una terapia sugerida? Un rechifle oscuro e inconfesable tipo síndrome de Estocolmo, irá a nostalgiar los días felices junto a sus secuestradores? Vaya uno a saber. Pero no es un delirio, del tipo seguro, pero no de Tano. Lo vió, hace eso, todos los viernes, a la medianoche. Se cuelga ahí, sólo, por horas. Algo hay que hacer con eso.

- Tenemos la responsabilidad del gaucho que vió desembarcar a los ingleses en Quilmes. Podemos elegir ser parte de la pelea o sólo avisar, pero no podemos hacernos los boludos- mandó Ciriaco a quien lo exaltaba usar metáforas de antiimperialismo explícito.

- Podemos sacar plata. - Sin pudor, el Sueco. Y el Guillote lo desmontó de un hondazo.

- Podemos morir desmembrados como ratas después de haber sido violados o incendiados con aceite hirviendo y empalados. Nos pueden cocinar junto con nuestras familias y afectos y llenar contenedores de cenizas y mandarlos a la...

- Se entendió, pará, pará, que ya vivo cagado desde que lo ví. O estaba loco o era esto. No estoy preparado, no quiero. A mí, con lo que sea que hagamos o haga cualquiera con esto, es al primero que embocan. Yo me tengo que rajar, me tengo que mudar. Van a preguntar en las casas linderas, van a querer saber quién lo buchoneó. Soy yo, el que lo buchoneó soy yo, a mí me buscan y me matan, seguro...

- Tampoco, tenemos la iniciativa. La ventaja táctica y estratégica, podemos pensar detalladamente, lo que sea que decidamos. Hay opciones de máxima y de mínima, mil posibilidades. Es un tiro para el lado de la justicia, tenemos la pelota y en el área chica- dijo Rodolfo eufórico y remató hociqueando- Nos matan a todos.

- Y podemos entrar en la historia con las banderas desplegadas y no importa si nos matan a todos, sería un peronista cinco por uno, poniendo nosotros los cinco, como siempre. - cerró el megalómano.

..........................................................................................................................................................................

VII. La Discusión Ideológica.


Parecía joda que ese grupo de carenciados terminara siendo protagonista de una encrucijada histórica. Pero en todo caso lo que es joda es la historia misma. Sus circunstancias humanas y las de la vida, de estas ni hablar, las que por obsesivo comportamiento que la especie ponga no puede controlar. La úlcera de Napoleón antes de Warterloo, el mecánico creyente que hizo el ensamble final de la muerte en el Enola Gay, Aníbal empantanado con los elefantes en los Alpes, De Angelis como referente de la oligarquía, los corazones y las cabezas de los que hicieron el 17 de octubre...

Un par de horas después de la certeza y el miedo, cada uno buscando un rincón donde replegarse en monacal silencio, mascullando amores, odios y riesgos. Queriendo estar ausentes de ese maravilloso presente. Queriendo aferrarse a las amables frustraciones, las remanidas carencias, que por conocidas y masticadas eran ahora remanso y refugio. Hasta les sugería pedir perdón por el maltrato y la mala consideración recibidas. Pero de algo no iban a poder escapar, lo que sintetizó el compañero ciego, ilustre y gorila, con aquello de: " Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que un hombre sabe para siempre quién es". De eso no se escapa nadie...o dónde irás que no te encuentre...

- Entonces es cierto...y entonces qué hacemos? - y en este punto ya no importaba quien hablara.

- Se lo contamos a algún jetón que valga la pena y que sepa que hacer o que pregunte más arriba...

- Para qué?, para que armen un operación de dos días denunciando la rareza del tarado. Para que se junte gente con pancartas puteándolo? Para que no se animen a una mierda diciendo que son cosas privadas y que ideológicamente nosotros no podemos....patatín, patatán.

- Lo que hacemos es matarlo- disparó nuestro Cuitiño artístico embalado como paisano esperando a la flota anglo-francesa.

- Pero hay que hacerle un juicio, hay que hacer comunicados, en nombre de quién, por qué, y también alguna idea de como sigue y las posibles respuestas, terribles las respuestas...- El Sueco había crecido dentro del aparato, no estaba naturalizando alegremente la propuesta sin querer, creía en ella.

- Yo nunca maté a nadie, no se me ocurriría pensarlo, menos hacerlo...y ahora se me está ocurriendo...paremos con esto.

- Hay que secuestrarlo, hay que reconstruir la epopeya de la que hablamos el primer día. Hay que usar uniformes y llevárselo en un taxi. Lo del comunicado y el juicio lo escribimos en cualquier momento...y los enterrramos en una caja de seguridad y no le decimos a nadie. Eso, no le decimos nada a nadie, que se arreglen como puedan, que vuele la imaginación de nuestro Pueblo. Con comunicado le damos pie para los de ellos, les damos letra. Esta vez nada. Que la cuenten como quieran, nosotros musa, o aquí abajo de oreja a oreja y con cuentas gotas largamos las pruebas, como hacen ellos. Le vamos buscando la ocasión para empernarlos.

- Estoy todo cagado, yo no estoy listo para esto, mi familia, mi vida...y por otro lado pienso que me embellecería la vida y para mi famlia el mejor regalo...no puede estar pasando.

- Tenemos una vida, de mierda, pero hay que atenderla, pensemos un poco. Hasta podemos no hacer nada- Y lo bueno fue que se puso colorado.

- Igual tenemos que ser bien precisos, hay que definir en términos políticos por qué esta muerte o el secuestro. Eso tiene que estar clarito en los argumentos. Los límites de la violencia, nada de tortura por ejemplo. A mí no me da la cabeza. No me daba para leer los documentos menos para escribirlos.

- Podemos hacer una lista cada uno en su casa y la trabajamos- murmurando el raje.

- No, no es por ahí. No somos una formación especial en los términos de la vanguardia. No se nos pueden exigir argumentos, saberes, responsabilidades. No proponemos nada, no bajamos línea, no conducimos a nadie. Somos un emergente salvaje resultado de la humillación, la explotación y la soberbia. La oportunidad nos la puso la historia, no la inventamos, no la buscamos. En todo caso somos una formación especial del Movimiento, nosotros somos una montonera.

..........................................................................................................................................................................

VIII. Aproximación administrativa.


El que tituló las siguientes jornadas con eso de la "aproximación administrativa" fue el Sueco. Lo hizo para papear que alguna vez leyó los manuales de las unidades básicas de combate. Lo aceptaron mirando de reojo. Sólo el Turco pensó que menos mal que había un especialista. El ítem dizque incluye: objetivo, diseño del plan, operaciones, logística...todo, incluye todo. Es un capítulo gigante. Los otros serían la "aproximación táctica": realización efectiva de relevamientos, inteligencia, simulacros y por último "combate" que serían los tiros, el capítulo con menos palabra escrita.

- Lo vamos a secuestrar después vemos - selló el Arturo al principio de ningún debate, con el modo stalino que amaba,.

- Vamos todos pero con cuatro alcanza para apretarlo. Dos grandotes, el Sueco y Guillote, uno malo, el Ciriaco y Arturo para el chamuyo inhibidor.- Rodolfo se lució repartiendo libretos.

Todos agradecían la poca franela en las decisiones. Al fin al cabo no era posible que semejante delirio se llevara a cabo. No había nexo racional entre semejante tarea y los insignificantes marginales de la vida que tenían que realizarla. Estaban íntimamente convencidos que en algún momento la realidad derramaría su manto esclarecedor para que volvieran a sus miserables rutinas. Puesto así disfrutaban el aire fresco de algo trascendente en qué ocuparse.

- Hay que sacarle el asiento de atrás a la kangoo del Sueco. Cintas de esas gruesas plateadas que se ven en las series, ahí lo enfiambramos como una momia, de pies a cabeza. Y una alfombra grande para el packaging exterior.- Volcando toda su experiencia con proveedores y afines, el Guillote.

- Y si tiene ganas de mear o cag...que se cague, claro, que se cague.

- Los cuatro del apriete de rigurosos trajes negros, el minuto es que piense que somos la custodia de emergencia...hasta el primer cachetazo por lo menos.

- Yo llevo el machete de mi abuelo que siempre está bien afilado- sorprendió Ciriaco.

- Un machete, para qué...?

- Para cortarle la cabeza de una y después colgarla en la reja de mierda esa que le ponen a la Plaza. Y chau, dejamos el cuerpo, nada de cintas ni alfombras, ni de sacarle el asiento a la kangoo. Para la cabeza alcanza la bolsa de las compras. Y de ahí a la Plaza, nada de formol...

- La Plaza está vigilada, es peligroso...pongámosla en cualquier otra reja- Tano siempre se anotaba en la última idea que se decía, tenía poco registro de los hilos de las charletas. La última era la posta y sobre esa discurría, siempre afirmativamente.

- Dijimos que era secuestro.- Con firmeza revolucionaria el Sueco y el corazoncito puesto en que una de las derivadas posibles terminara en guita.

- Tenemos que conseguir una casa para guardarlo.- Y un suspiro generalizado los atravesó, era la realidad terminando con toda la sanata. Duró poco, Arturo, el más resentido de todos, lejos, clausuró la salida...

- Tengo una casa a dos cuadras.

- No jodas...- todos en murmullo desalentador.

- Una compañeraza, de toda mi confianza, Ana.

- La trosca kirchnerista?... -Sueco la conocía.

Parecía joda que esa realidad que les vivía empastando la vida no se hiciera presente. Que fuera posible que se siguiera avanzando y casi casi redondeando algo razonable. Los compromisos humanos empiezan en una idea, a veces la idea por disparatada e imposible que fuera persiste, se hace carne, se hace bandera y unos locos se suben al Granma.

- Hay que llevar fierros, quién tiene? - No importaba para qué mierda, lucía razonable que una formación especial del campo nacional y popular tuviera un fierro...un fierro por lo menos.

-Yo puedo pedir uno, tengo con quién? - Los asombró el Tano.

- A quién? - Lo escudriñó el Guillote que le conocía todo y no se la creyó.

- A Lagomarsino...- la carcajada general fue interminable.

..........................................................................................................................................................................

IX. La Casa del Pueblo.


Arturo había cacareado sobre la casa, ahora tenía que enfrentarlo. Ninguno de los otros imaginaba lo imposible de la encomienda. Tenía que llevar la más desopilante de las ideas a su control político. La compañera Ana acompañaba desde la sensatez y el amor toda "su carrera política" del post exilio. Todo su tránsito, desde el desencanto y la impostura a la efectiva actividad con responsabilidad, había tenido a Ana como garante de cordura. La construcción misma de su discurso reconocía pedazos fundamentales en los pensamientos de Ana, de los que cada tanto reclamaba autoría.

A fuerza de consecuencia, verdad y vergüenza se había ganado su respeto. Desde su mirada condescendiente al niño mimado original al consejero barrial, al militante en ejercicio de gestión pública, al armador de espacios de participación de la infantería. Todas esas cosas se las había parido con la mirada y el consejo de Ana como testigo y fuente privilegiada. Todo eso se iba a ir a la mierda apenas empezara a hablar. Lo consultó en privado al Sueco, a ver si se le ocurría algo para arrancar el bochorno. No resultó, al Sueco, como casi todo, le chupaba un huevo.

Entonces se le ocurrió que tenían que estar los seis, señal de confianza y determinación. Mostrarse sólidos y convencidos. Tenían, sobre todo, que verse menos impresentables y rústicos de lo que eran. Tenían que ser otros y otra la idea. Pero que fueran todos le aligeraba seguramente la cantidad de puteadas y reproches. La humillación colectiva ayuda en estos casos. Le adornaría la previa garantizando la tenida. Hasta podría deslizar cosas como: "vas a ver tiene sentido, es loco pero tiene sentido..." "te va a sorprender y entusiasmar..." y sobre el pucho mandar el pacto de silencio sobre el tema hasta que estuviéramos todos reunidos con ella. Punto.

Las instrucciones hacia adentro eran poner cara de guerra y sabiduría. Es decir abrir la boca lo menos posible. Y nada de familiaridad, nada de hacerse los simpáticos con Atila, el salchicha comadreja y ratón, que le hacía compañía y le aguantaba la charla. Con los gatos y gatas no importaba porque no te daban bola seguro. Así llegarían de uno en fondo, por el pasillo del fondo, vió? Tratarían de disimular las ojeadas a la casa y sus posibilidades. Ninguna sorpresa en las jetas por el cuidado estilo Frida de la casa, con los colores y las saudades del México hospitalario.

Tenía que decirlo el Guillote que es galán y alto seductor de la palabra, esa una era de las pocas balas que a Ana le podían entrar. Era una "amorina" compulsiva aunque fuera para sacarlos a patadas al rato. Pero no pudo terminar ni la mitad de lo pensado...

- Es joda no?. Díganme que es joda ya y nos reimos juntos. Arturo decime que es joda. Que no tienen la cara de venir a plantearme esta pelotudez en serio. Diganme que no vinieron a mi casa a faltarme el respeto. Y díganmelo rápido.

-.................................................................................................................................................... - Pensaron en la cacería que puede desatar una cosa así. La cantidad de dolor que puede producir a nuestro pueblo. O sólo la mierda machirula de la muerte épica, del ego desatado, del pito más largo. Esto es cosa de muchachos, esto no se le podría ocurrir a ninguna mina y menos a una militante. Me dan vergüenza, con todo el amor se los digo, me dan una profunda vergüenza. No aprendimos nada. Arturo...estoy desconsolada.

-....................................................................................................................................................

Por eso no fueron y por eso no le dijeron nada. Arturo, con la mirada gacha por un desconocido e inmoral pragmatismo. esbozó la solución.

- Nos va decir que no. No va pasar. Es imposible. Nos va a mandar a la mierda.

- Entonces...?- balbucearon los otros con el recurrente deseo que fuera el final...

- Entonces hay que confiar en la profunda certeza que sí tengo. Ana es una compañera que nunca va a dejar en la puerta a un compañero que le caiga con un puñal en la espalda. No importa las razones del puñal, sólo le van a importar las necesidades del compañero, así es ella. De eso estoy absolutamente seguro. Lo hacemos y le caemos con el pajarito...eso.

Y el silencio nunca fue tan grande en esos días.

..........................................................................................................................................................................


X. De la Alpedología.


Alpedología es ciencia de nuevo cuño, nacida en la investigación febril de un filósofo urbano del Abasto, cuyo nombre no se puede dar porque es para pelea. Su objeto es estudiar la cantidad de energía, imaginación y creatividad que se gastan en cosas al flato. Los hechos y dichos de alpedismo llenan horas y horas de nuestro cotidiano. Son lejos mucho más en nuestra vida que los mojones de realizaciones de los que presumimos. Una irrefenable y atávica pulsión de la especie por pensar al pedo, hacer al pedo, hablar al pedo, alegrarse y llorar al pedo...

En algún momento llega la hora de hacer. En eso estaban. Cuando hay que suspender el mundo gaseoso de las ideas, abandonar el volátil parloteo y engrasarse las manos. Menos mal que el grupo contaba con razonables grados de afición al hacer. Tano, el Sueco y Guillote definitivamente no le hacían asco. Ciriaco y Rodolfo en el balance peronista perfecto de ejecutar y rascarse las pelotas. El Arturo nada, vivía en su cabeza, el mundo exterior, del que su cuerpo era parte, le era hostil, ajeno, paradojamente insustancial y altamente engañoso.

El acopio de los insumos se prestó para ingentes cantidades de relleno alpedistico. Diálogos desopilantes, acciones absurdas, carcajadas y angustias inexplicables. El living del Guillote, sala de situación operacional y almacén, hervía de pavadas varias. Se llenó de herrramientas y recursos acarreados por la imaginación de cada uno de los participantes. Un extinguidor y su hacha, tarros de pintura, bolsas de basura, un rollo gigante de soga gruesa, provisiones enlatadas, silla plegable de playa, cinco equipos de mate, unos walkie talkie de uso infantil...

Sobre las cosas que sí se habían definido como necesarias eran un vaso medio vacío a punto de derramarse. Faltaba un traje negro para Ciriaco. Agregar unos veinte rollos más de cinta adhesiva plateada a la única existente. Esconder definitavemente la Ballester Molina 45 que al final trajo el Tano, para que se dejaran de joder a jugar a los pistoleros a cada rato y en distintos turnos. Decirle por enésima vez a Rodolfo que no se podía estar anotando en papeles y libretas varias lo que íbamos haciendo. Si quería hacer un registro que usara un sólo cuaderno que se pudiera quemar de una y nada de fotocopias por supuesto.

Los relevamientos exteriores y en distintos horarios, comprometidos por todos los integrantes, trajeron ingentes cantidades de información al pedo. Y de las charlas en el tránsito de las tareas ni hablar...

- A mí me gusta pensar en esas películas que no se hicieron. Una de Clint Eastwood haciendo de profesor en esas secundarias del Bronx, de las de maestros redentores, viste? O una de Casero haciendo de algo que no sea el mismo...noooo, eso fue joda...

- Yo pienso en las locuras que tengo en mi cabeza, después miro un poco las caras de los que van en el bondi y me tranquilizo.

- El fútbol se terminó, ya no es lo que era, yo no le doy más bola, me cansó el puterío, el chismerío, cosas de minas, no lo soporto más...hasta que empieza el partido...ahí es otra cosa.

- Ya no sé como encarar a las minas, estoy totalmente apichonado...De vez en cuando te encontrás una veterana que sabe de los viejos modos y te ayuda. Eso es lindo.

- No se puede entrar a las librerías. Para qué, para saber todo lo que nunca en tu puta vida vas saber? No, te amargás. A la última Feria del Libro que fui hice una cola tremenda en el stand de Información, allí azafatas y azafatos con las compus te decían todo el material que había sobre lo que se te ocurriera...cuando llegué le pregunté a la bella morocha argentina donde quedaba el baño...no le causó gracia a nadie...

- Tengo que hacer algo físico, salir a caminar, algo...y si vamos a nadar, consigo una pileta en Parque Chacabuco que el cuidador es amigo de un primo y nos pasa de una...vamos? Tiene que ser de siete a nueve...vamos? Eh?, vamos?...

- Ya no lo puedo hacer, arranco bien, veinte segundos, después me distraigo con cualquier verdura, hasta me empiezo a reir de lo ridículo del ejercicio y se me baja..y el viagra?, no el viagra no, me duele la cabeza y es como ponerse peluca, una berretada. Sos calvo, punto sos calvo. Se te baja, bueno se te baja, chau...

- A mi me calienta la Iliana Calabró, gorila, reaccionaria, burra brava, "jijijiji" de cualquier boludez. Haciéndose la niña de comunión en bolas y con ese lomazo...me recalienta...

..........................................................................................................................................................................

XI. El Simulacro.


Llevaban dos semanas y media en el delirio desde la idea original. Era vertiginoso, lo que explicaba por qué persistía. Nadie se podía acomodar a la idea de los pasos que estaban dando. En el medio de sus rebusques cotidianos, garantía de las formalidades de sus existencias por banales que fueran, todos andaban con esa mierda en la cabeza. Era mejor que la de la lotería, o la del romance con esa bella o la del gol en la final...Era consistente, destinada a los libros de historia, era algo que se iba plasmar en el corazón de la realidad como ninguna de las fantasías vulgares que presumen de realidades en las historias del día a día.

El martes, tres días antes del hecho, todos conocerían el escenario. Se meterían en la casa de día, como laburantes acompañando al Tano. Con overoles, cajas de herramientas, hasta los insumos efectivamente necesarios, la alfombra por ejemplo. Estarían carpa todas esas horas. De día se arrimarían a chusmear las entradas posibles al terreno de posta. Acercar escalera y los otros bártulos. Nada de charletas gritonas, ni música, ni de las voces propias de obreros trabajando. Y como en otras ocasiones de la historia nadie pudo alertar sobre este simbólico descuelgue de la manada de vanguardia respecto de los usos, los modos y el sentido común de las clases populares.

La idea era que no los viera nadie, pero no había ninguna idea sobre la posibilidad de que no fuera así. Entraron entre las ocho y las nueve y los vió todo el barrio. De la kangoo hasta la puerta, de entrada nomás, salieron de la nada dos vecinas, una enfrente, y un portero con una cara de buche orgánico de temer. Tuvieron que arreglar espacio con un camión de soda para los chinos, con cambio de señas y palabras de ejecución de la maniobra...A media mañana golpea la puerta y los corazones un vecino tipo cacerolero preguntando por el capataz y solicitando un presupuesto para su casa. Allí talló el Guillote con visita y todo a la casa de las reparaciones y rematando con un arreglo que por poco no llegó al anticipo...

A las tres de la tarde el Tano recibe mensaje del de la inmobiliaria que lo contrataba diciendo que le haría una visita más tarde para ver cómo andaban las cosas. Querían salir corriendo, hasta allí la adrenalina soportable, estaban viejos, hasta donde habían llegado bastaba para rellenar horas y horas de recuerdos en los asados. Con lo vivido sobraba para chicanas cruzadas infinitas: "Y cuando dijiste..." "Lo más gracioso fue que..." "Ahora lo decís pero bien que estabas convencido..." Hasta aquí todo era lo suficienteme etéreo como para que no pudiera estar en un expediente como principio de ejecución... es más, estaba clarísimo que no era nada compatibilizable con nada.

Después que se fue sorprendido el buitre inmobiliario por la diligencia del Tano en aprovechar los dos mangos que le tiraba, sólo quedaba salir rajando. Y no volver sobre el tema en una par de meses por lo menos. Se fueron mirando de a poco. Primero se miraron los ombligos, las propias y conocidas frustraciones y fracasos. Se miraron las anodinas historias personales. Escuetas de emociones, con alguna que otra chispa de pelea o de pasión, pero con agotadoras secuencias de repeticiones diarias hasta el hartazgo. Desde el estómago hasta la boca el anuncio de la enésima derrota. Insoportable.

Todos se reservaron para sí no ser el primero en claudicar. Si los nietos no iban a poder contar nada sustancioso, por lo menos presevarlos del dato que el primero en hociquear en aquello que no fue, fue el abuelo. Y se mordieron la lengua y esperaron la noche aferrándose a ese silencio y siguieron haciendo las cosas que habían venido a hacer. Por primera vez en operaciones. Se consolidó un modo horizontal e invisible de autoridades y ejecuciones varias donde los roles se intercambiaban sin que se vislumbraran jerarquías diferenciadoras. En las horas que siguieron funcionaron como una organización que se ordena por el compromiso y la responsablidad de completarse unos a otros, no de pisarse los galones y los huevos.

Se fueron al amanecer del otro día con el objetivo cumplido. La llegada al patio del hecho estaba garantizada, la salida también. Todo era posible y razonable. No apareció ningún planteo de recule, el viernes lo hacían.


..........................................................................................................................................................................

XII. La Papa de la Vida.


Cerraron el culo esos dos días previos. Lo que no sabían es que no los iban a abrir por los próximos años que les quedaran. Por qué iban a hacerlo? Cuáles eran las razones razonables? La épica, la del compromiso, la de la historia? La del azar, la de "les tocó"? Alcanzaban las colectivas, las que se tejen leyendo, compartiendo, declamando? Eran tan altas que se podía poner el pellejo propio en realizarlas? Y si era así cual era la fuente de esas locuras colectivas humanas? Por qué la determinación y el convencimiento para tal o cual batalla?

Y las personales? Esas no cuentan? O son esas las que cuentan. Las del Sueco que está podrido de sus viajes y chamuyos para sobrevivir. O Ciriaco que quiere estrangular a sus desafinados coreutas. El final de la seducción compulsiva junto con el declive biológico para el Guillote. La carrera periodística fuera de los medios de Rodolfo. El resentimiento al verdugeo del Tano. La angustia inexistencial de Arturo. Ninguna de esas razones explica más que los fracasos alcanzados. No podrían sostener algo valioso.

- Cuál es la papa de la vida? Eh?...- Mientras arrancaban para la más descabellada de las aventuras.

- Pichón Riviére dice que en el estanque primigenio flotaban indiferentes dos miscelas orgánicas cuando una brisa perturbó el agua. Una de ellas se contrajo, tuvo conciencia de sí, tuvo miedo, eso tuvo y ahí empezó la vida...con el miedo.

- Puede ser, de la vida boba, de la supervivencia. Hay otra vida, no me jodan, está la vida del amor, la de poner afuera las ganas, la de los hijos, la pareja, los padres, los amigos. La de la entrega, el amor, el amor al otro, a los humildes, los pobres, los desamparados, a los menos favorecidos. El amor, por el amor nos levantamos todos los días, el amor y la vergüenza de hacer algo con los otros, para los otros...- Fulminó Ciriaco mientras se metía en el cinto la Ballester que se le había confiado con total desconfianza.

- Es el odio, nos queremos matar. No nos soportamos. Empezando por casa, por las propias circunstancias. Nos tenemos podridos. Por eso nos organizamos y vivimos como la mierda, compramos las peores ideas, sostenemos a las peores personas. Nos odiamos profundamente. Nos aburrimos y nos odiamos para sentir algo. No creemos, no confiamos. No nos importa nada. El odio es la papa de la vida.

No parecía el mejor tema para distraerse, tampoco para concentrarse. No en ese día donde ya no tenían pasado ni porvenir. Donde nada de lo que hubieran hecho tenía la más minima relevancia y menos lo que pensaran para ese futuro que estaban pariendo. Las horas antes de que llegara el objetivo fueron durísimas pero más las que pasaron con el hombre en la casa. Con la nube negra del abandono pendiente...El dedo en el gatillo no mata a nadie. Entonces saltaron la tapia los tres designados para el apriete, Sueco, Ciriaco y Guillote. Atrás llegó Arturo, el de la lengua para la intimidación...Rodolfo y Tano colgados en la terraza vigilantes para avisar en su caso que habían perdido, nada de rescate.

Arturo tenía un "explicao" rápido y contundente para el pájaro. Apenas saliera al patio y mientras los otros lo reducían, le diría que su situación era totalmente de indefensión pero que no significaba peligro si se atenía a las instrucciones que le fueran dando. Que tenían un cloroformo, que no tenían, para dormirlo si era necesario. Que si se comportaba no haría falta...Todas pavadas. Lo que no hizo falta fue el "speech". Apenas llegaron al patio los primeros tres, Ciriaco se fue a la pieza con la Ballester en la mano. El Sueco y Guillote se mandaron atrás. Lo acogotarón al chabón de tal modo que ni mus. Su proverbial incapacidad para la palabra hablada lo ayudó como nunca. El embalaje y traslado se realizó conforme un protocolo perfecto jamás imaginado en los planes...

En el viaje a la casa del aguante se soltó al aire una revelación que posteriormente ninguno reconocería como dicha por alguien en particular, una epifanía colectiva, una inspiración de cuño superior:

- La papa de la vida es el presente, lo demás no existe.

.........................................................................................................................................................................

XIII. La Jaula de los Locos.


Tal como habían planeado, miserablemente, con el puñal en la espalda Ana te abría la puerta. Pasaron todos, cuatro cargando la alfombra movediza, ya cagada y meada. Por recomendación de Arturo el Sueco fue al frente, tenía que ver con fantasías sexuales pero nunca se aclaró bien, retorcimientos en la cabeza de Arturo seguramente. Atila que era un cuzco inteligente ni murmuró un ladrido, sabía que no estaba el clima. Los gatos impávidos, ajenos, más de lo mismo en sus perras vidas.

Dejaron el bulto jadeante en la piecita del frente, pasaron el jardín de los sapos de porcelana, esquivándolos, y se fueron a sentar calladitos en la mesa de la casa colonial mexicana. La Madre Superiora (ese apodo ladino que le pusiera la amiga cantora) nunca mejor ubicada en el reparto de roles, en la cabecera. Empezaba a clarear pero sólo en el afuera, adentro todo era oscuridad, no era cosa de andar mirándose las caras.

- Antes de empezar a hablar...- fulminando a Arturo con llamas en los ojos - me voy a armar y fumar un faso.

Nadie mosqueó, era un grupo homogéneo en taras y adicciones. Estaban los homoalcohólicos, los binorma y los monocultivo, todos con distintas consecuencias. Cuando llegó el pase tres de seis lo manotearon. La charla, argumentaciones y reclamos que se venían no iban a ser graciosos por naturaleza. El faso iluminaría la gravedad en quienes lo necesitaran y sería de absoluta neutralidad con los de afuera. No como el alcohol que suele romperle las bolas a los frescos.

- Me quieren decir quién es?

Habían planeado que hablara Rodolfo que lucía serio y no era totalmente vulnerable por Ana como Arturo. El Sueco seguro se empantanaría en su galán irresoluto. Guillote fue opción pero se lo reservó para futuras seducciones en momentos límite. El Tano tenía lo suyo para con Ana, le encantaban los laburantes de obra y oficios, también los pequeños comerciantes, verduleros por ejemplo. Era su amor trosco-kirchnerista por la clase trabajadora. Ciriaco no tenía que hablarle, le hubiera descubierto lo facho al toque.

- Es el hombre...

- Ah sí, qué hombre, avancemos con esto antes que empiece a los gritos.

- Ojitos de cielo, el presi...

Habrá sido el shock, ese encuentro cercano del tercer tipo para el que entrenan a los astronautas, la imposibilidad de armar una película que no empezara por el final, como era ese. Habrá sido el faso...la cuestión que la carcajada debió despertar a los vecinos y arrancó angustiosos ladridos de Atila. Los seis aleteaban alrededor de Ana para calmarla. Y apareció otra vez el genio de la especie humana que más contribuyó a su supervivencia, el de la adaptación a lo que fuera. Nunca la espantaron prodigios, milagros o situaciones espantosas, enseguida se las fue explicando, con razones o sin ella. Ana era una militante de toda la vida, no se iba a caer así nomás.

- Y qué van a hacer? Lo van a matar? - y se guardó a la armenia interior que hubiera preguntado por la posibilidad del rescate.

- No sabemos bien...Sabíamos que había que hacerlo pero nunca creimos que nos saliera. Pensamos en...-Y le largó los tramos más sustanciosos de la discusión ideológica con algo de las motivaciones político-personales y la absoluta y sincera certeza de que había estado bien, que fuera lo que resultara valía la pena. Que había una justicia de alta humanidad en esa violencia...En ese momento se emocionaron, los convenció a todos, a Ana también.

- Y cuánto tiempo van a pensar qué van a hacer?

- 48 horas. El tiempo en que explote todo, los helicópteros pasen por el techo, el ejército se despliegue en las calles, se cierren las fronteras, se transmita en cadena, nos puteen tirios y troyanos, se desbarranquen los bancos, colapsen e infarten miembros del círculo rojo y asuma Michetti...

- En ese tiempo hay que alimentarlo, que lo vea un médico, que vaya al baño...Eso cómo piensan hacerlo.

- No lo pensamos...No lo pensamos hacer, que se cague estos dos días. Después te limpiamos bien todo.

- Y si se les muere...

Ni que se hubieran puesto de acuerdo, o sí, ya se habían puesto de acuerdo. Respondieron todos con distintos tonos lo mismo.

- Que se muera...

..........................................................................................................................................................................

XIV. Despidos Liberadores.

Los pisos interiores de la Rosada crujen al paso. Es imposible caminar silenciosamente, son viejos, de madera, y la alfombra roja disimula mal los chirridos. Comunican despachos por atrás de los recibidores frontales. Pocos los conocen, menos los transitan. Conectan las bambalinas del poder formal, su verdadera cocina. Por allí se cruzan las vanidades y los delirios de los condenados a la opacidad. Por allí poderosos ministros y secretarios acarrean papeles y carpetas con la diligencia de cadetes recién contratados. Por allí sus cargos y honores no valen un carajo.

Matías Vernengo, siempre propio y acicalado, los recorría por primera vez con los zapatos sucios, el traje arrugado y el cuello y puños de la camisa ennegrecidos por el sudor y el miedo. Estaba cumpliendo la veinticuatro horas corridas de vigilia, nada espectacular en la vida de un cana si no fuera porque estuvieron llenas de pensamientos angustiosos, sin comparación con las boludeces que rellenan la cabeza en las guardias alpedísticas formales. Una anomalía exasperante había atravesado su brillante carrera en el anodino curso de la obediencia debida. Sería la última vez que lo hiciera, seguro, lo que tenía un inquieteante efecto tranquilizador.

Sólo los canas saben de lo humillante de su condición en las sociedades desequilibradas del privilegio. Y no lo pueden compartir ni con familiares, ni amigos, tampoco entre ellos. Cualquier reconocimiento significaría la caida estrepitosa del andamiaje de mocos que los sostiene. Los más sicópatas son lo que lo soportan mejor porque revolcarse en el barro de sus miserias los esconde en parte de sí mismos hasta que les llega su San Martín, cosa de chanchos. Pero para todos es un oficio de mierda, un saberse menospreciados por el universo de los destinatarios de sus servicios. Desde los honorables laburantes, estudiantes, artistas, que no dudarían en requerirlos ante un choreo ocasional, hasta sus directos mandantes.

No hay tantos tiroteos, ni rescates en accidentes, ni partos en la vía pública que puedan ennoblecer su destino profundo de guardianes de la mierda que es. Ni el vecino ortiva que les da charla en la parada o la viejita que los saluda amablemente en su paso al super los invitaría a su casa o les presentaría una hija. La fuente del trato es el miedo que no el amor. Es la fantasía claudicante del ser cobarde la que alimenta esos lazos de aparente empatía. Que si lo saludo a mí no me va a cagar a patadas, no me va a apretar, ni coimear, porque es mi amigo. A lejanía de juez donde hacerse el simpático y rascarse, al medio pelo colonizado de la cabeza y el corazón le alcanza el botón de la esquina. Ilusos.

A comisario y jefe de la custodia presidencial no se llega con las banderas del valor y la honestidad desplegadas. Se llega haciendo los deberes encomendados por retorcidos que sean y chupando culos horrorosos de la escala jerárquica que lo precede. Vernengo había fallado en los deberes, le tocaba la de los culos. En el caso, el de un pendejo yuppie devenido general de un ejército de trollos.

- Cómo que lo perdió? Dónde lo perdió?...

- Es una cosa de él que me obligó a cumplir y guardar en secreto. Lo tenía que llevar y dejar ahí durante unas seis horas, solo, y recojerlo en la madrugada. Todos los viernes en esa casa de la Paternal...

- Me está jodiendo...

- Cómo lo voy a joder con una cosa así...Señor.

- Digo que me está jodiendo con lo que hizo no con lo que dijo, pedazo de inepto. Váyase al Departamento y enciérrese en un calabozo solo y sin decirle a nadie por qué esta ahí hasta que terminen los trámites de su baja.

Es difícil reconcer alivio cuando a uno lo están echando. Cuando todas las seguridades aparentemente ganadas día a día con pedacitos del propio cuero e infinitas agachadas se desvanecen de un plumazo por la decisión justificada o arbitraria del hígado del patrón. Pero en el curso de la salida por los pasillos de la cloaca Vernengo supo disfrutar de la liberación como un orgasmo primero. Soprendido a esa altura de su vida por una emoción desconocida..."Que se metan en el culo este laburo de mierda"...

..........................................................................................................................................................................

XV. Las Primeras 24 Horas.

Adormecidos los cuerpos y en carne viva las neuronas. Buscando donde acomodarse sin molestar el ánimo de la anfitriona y con impostada diligencia para satisfacer cualquiera de sus requerimientos, desde calentar el agua, arrimar una silla o empalagando de dulzura a sus animalitos. Con la radio puesta en las usinas de los mierdas que serían los primeros en enterarse. Internet yendo y viniendo de sus portales más serviciales. Y la tele puesta en el canal de Todo Verso y tratando de desentrañar algún acuse en gestos o palabras de la pavorosa debacle desatada.

Cada tanto alguno se acercaba al pájaro para controlar su sobrevida entre las heces que le eran propias por fisiología y condición moral. Habían convenido nada de palabras tranquilizadoras que pudieran entusiasmarle los gemidos y las contorsiones. Sólo para registrar su permanencia en este lado de la vida y garantizar que Atila y les gates no se le arrimaran a su desdicha. A Ana la acompañaron todos para contenerla en la verificación de la pesadilla. Aún así no se metió en la piecita, le alcanzó escudriñarle los ojitos de cielo desorbitados desde la puerta...dos segundos.

Había que controlar al Tano y su humanidad acongojada de hombre de bien. Que el Guillote no fuera a sacarse selfies para mostrale a sus chicas. Que el Sueco no le llegara la oreja con una propuesta económica de cobro inmediato. O que Arturo le calcinara las pocas neuronas existentes con alguna profunda arenga inquisidora. Pero sobre todo había que impedir que el Ciriaco se le acercara con la 45 para meterle una bala en la cabeza o cortársela con el machete del abuelo que no lo había dejado de acompañar. Quedaba el equilibrio de Rodolfo para tratar en exclusividad con el lamento embalado. Así lo decidieron.

A media mañana la expectativa era el ruido de las sirenas por todo el barrio, barullo de vallas y acordonamientos. Desvíos de tránsito, bocinazos. Que los helicópteros ya imaginados les pasaran por la cabeza o los SWAT caminaran por los techos descolgándose con toda su parafernalia de serie ninja televisiva: cascos, máscaras, antenas, francotiradores. En definitva esperaban que se pudriera todo rápidamente y se abriera la puerta grande de las gestas vindicativas populares. Pero la mañana transcurrió cotidiana en ruidos familiares. Seguramente en la tarde tendrían el canyengue.

La chicha calma continuó toda la tarde. Ningún signo de anormalidades. Ningún cartelito rojo de Crónica con el texto del deseo colectivo hecho realidad: DESAPARECIÓ EL PRESIDENTE o el más específico SE TEME QUE EL PRESIDENTE HAYA SIDO SECUESTRADO o el imposible POR FIN SE LO LLEVARON AL HIJO DE PUTA.

- Están trabajando en silencio a mil, que no te quepan dudas.

- Lo que pasa es que esperan que los gringos o los judíos les den las instrucciones correctas para estos casos. No se van a tirar un pedo antes de ponerlos a ellos a dirigir las operaciones.

- Al de la inmobiliaria ya lo deben estar apretando mal. Estoy hasta los huevos. Le van a caer a mi familia. Mi familia los va a mandar al frente a ustedes, mi mala yunta.

- Pará, pará, basta de máquina entre nosotros que no sirve.

- A mí me está entrando hambre, qué hacemos, alguien tiene que salir a hacer las compras, ah sí claro, Ana...qué se les ocurre, algo sencillo pero sustancioso, tipo los bifes a la criolla de Rodolfo, digo...

- Un asadito en la parrillita de al lado de la pieza...les va?

- Dijimos que nada de tortura...bah, sólo la necesaria...el embalaje, esas cosas.

Al final fue un morfi de omelletes con jamón, pan, vino, faso y unos brownies a los que la propietaria dedicó toda su concentración para no matarlos. Con la sobremesa llegó el sueño vespertino, ese de las siete de la tarde que parece imposible de resistir. No los sobresaltaron ni tiros, gritos u órdenes destempaldas...sólo el rap, hip hop o como se llame a todo volumen de los jóvenes de la casa de adelante, igual se fueron durmiendo, con un ojo abierto pero durmiendo...De lo que iba a pasar...nada.

..........................................................................................................................................................................

XVI. Las Segundas 24 Horas.


El chivo de la adrenalina no tiene nada que ver con otros chivos. Los del sexo, el ejercicio, el póker, tienen cada uno su tufillo especial pero ninguno de ellos penetra el alma de las otras narices como el de la adrenalina. Es el más animal, es el del miedo o la ira, no es ingenuo ni gracioso, estremece a propios y extraños. Ese fue el olor de la mañana en el refugio de los colores. Nadie durmió, nadie estuvo despierto, un limbo de conciencia saludable si no fuera por el hedor ácido que despedía.

Arturo se acercó a Ana con la cola entre las piernas. Como había estado desde que habían llegado, escapándole a la mirada y a cualquier roce. Con las palabras precisas recontra chequeadas en la cabeza, como hacía cada vez que tenía que argumentar con ella. Ya eran como las diez. Sobreactuando humildad y sometimiento para bajarle las defensas, en realidad el posible ataque, que disparado podría incluir cuentas viejísimas, como ya había sucedido otras veces.

- Tenés que parar tus visitas, ayer zafamos de pedo, pero te pueden caer en cualquier momento...

- Ah sí?, qué más tengo qué hacer para no complicarles la vida. Algo más para no interferir en sus planes? Alguna otra recomendación? Otra sugerencia?- No se la iba a perder, un clásico de la relación: verlo tragar saliva.

- No sé, me parece. Manejalo vos, claro...- Y tragó.

Ana dio unas vueltas pero se fue al teléfono. La lista de advertencias a desparramar era importante. Empezaría por los diez, más o menos, que tenían llave de la casa. Después los de las frecuentes caídas sin aviso. Las "andaba por acá", "me quedó un tiempo entre tal y cual cosa", "se me hizo más fácil venir que llamarte, estás ocupada?". Había marcado los primeros números de la primera en la lista cuando la vio parada en el medio del jardín.

Las caras de asombro-pánico, pánico-asombro sólo inspiraban más asombro y pánico en la cara que se mirara. La Peti se entretuvo en saludar y charlarle a Atila que parecía lo único conectado con una realidad que se pudiera masticar. Rodolfo en el marco de la puerta de la piecita tapando a la momia de continuo retorcimiento. El Guillote en cueros de la cintura para arriba lavando una remera en la pileta de afuera. Arturo y el Sueco tomando sombra en la patio andaluz. El Tano asomado a la terraza esperando ver pasar a los helicópteros lo que lo mantenía entusiasmado. Y para completar el Ciriaco en el medio del jardín jodiendo con la Ballester Molina.

Solo un cuadro de gestión acostumbrado a las presiones más absurdas como Peti pudo sostener su humanidad en el tránsito, ahora imrpobable, hacia el interior de la casa. La más tranquilizadora era que Ana había llenado la casa de laburantes, casi un deporte de la anitriona. Pero el Jipi con el fierro en el jardín pronosticaba otros escenarios menos usuales y una militante del Peronismo de Base sabía lo que era un fierro, no se la contaron.

Ana salió con la sonrisa, los brazos extendidos, la alegría con que siempre recibía a sus afectos. Y ya la imaginación de Peti se disparaba frenéticamente: "la drogaron mal". Ana se la llevó hacia adentro como pudo. La soldadesca masculina esperó silenciosa como nunca la salida de las generalas. Fue como eterno, estaban entregados a todo lo que pudiera pasar y lo que se pudieran decir, se sintieron en Guayaquil, del lado de afuera.

Salieron al rato, Ana balbuceó una presentación colectiva y la turba respondió con murmullo de nombres y asentimientos exagerados de cabeza. Fueron a ver el paquete y Peti se dirijió a Ana pero con intrucciones generales de procedimiento.

- Al tipo hay que bañarlo, curarlo en su caso y darle de comer. Después se lo encinta de nuevo pero con otro criterio. Que sea fácil de remover para nuevas necesidades. Así como está es indecente, no para el mierda, sino para nosotros.

Fajinaron todos, casi sin palabras. Otra vez en operaciones y recontra entretenidos. Lo desembalaron, lo lavaron, le pasaron un Dermaglós por los aprietes, lo sentaron a la mesa del guiso espectacular que se mandó el Guillote. Hablaron y se rieron como si el coso no existiera y algo de eso era. A la nochecita lo volvieron a empaquetar. Pero de las noticias, las sirenas y los helicópteros...nada...había que pensar como resolver sobre esa nada porque otra fajina como la del día no se la bancaban ni en pedo...

..........................................................................................................................................................................

XVII. El Círculo Rojo al idem.


Lo de círculo es una exageración sobre el tamaño. Es un punto: son cinco machos prediluvianos con sostenes ortopédicos y químicos. Ninguno público a excepción del Darth Vader de la comunicación monopólica. Depreciado entre sus pares por la exposición aludida. Un agregado al odio que vomita contra los advenedizos del poder formal que lo escracharon. Una cuenta más para cobrarles: esa mirada de sospecha que le ganó entre los cuatro odiadores restantes. Pero siguen siendo cinco: los Iluminati de la oscuridad.

Nunca se reunían, no hacía falta. Entre ellos sí que funcionaba lo de la unidad de concepción. Básicamente compartían una premisa fundamental aplicada con distinta intensidad según las circunstancias lo permitieran. Para sostener sus privilegios había que mandar al muere, de distintas maneras, a todos los que los pusieran en riesgo. Entre los métodos generales, de incesante perfección, estaban los de hambrearlos y dejarlos huérfanos de educación y salud. También retacearles al límite la justicia y la seguridad. Y entre los particulares el de matarlos y desaparecerlos efectivamente. Era el que más placer les daba, pero no siempre se podía, no en la cantidad que deseaban.

En los últimos cincuenta años, con algunas variantes físicas en su conformación pero en igual número, se habían reunido unas cinco veces. Antes del Golpe del 76 para decidirlo. Con la hiperinflación para voltear a Alfonsín y catalputar a Menem. En el 99 para sacarlo. Poco pudieron hacer para impedir la primavera populista después de la debacle del 2001. Recién en el 2008 retomaron su agenda durante la fiesta del campo y la última en el 2013 para empujar a "ojitos de cielo" a la Presidencia. Y ahora, la sexta, con esta intempestiva e irrespetuosa convocatoria del pelele de los algoritmos...

Llegaron puntuales al Castillo en las Barrancas de San Isidro. No eran tipos de perder el tiempo. Un par llegaron en pijamas y con la robe de chambre, preparados para volver a sus aposentos en breve. Casi ni se saludaron, se odiaban sin motivo por el sólo hecho de no mostrar ningún "affectio societatis" del que se pudiera inferir debilidad. Tampoco para hacerse los malos, eran malos.

- Cómo que lo perdieron? Como el submarino?...

- Mirá que hemos promovido pelotudos e ineptos varios, pero con estos superamos todas las marcas- Se murmuraron unos a otros con gestos y palabras.

El mequetrefe soberbio dio los detalles que tenía, pocos, tristes. No era como estar en el Congreso desgranando mentiras y chicanas para la tribuna cautiva de los descerebrados que los apoyaban. Ahí les estaba contando su vergonzosa impotencia a los verdaderos mandantes, a los jefes de su jefe, al poder real. Ahí le sudaba el culo.

- Bueno, váyase, al rato le decimos que hay que hacer...

Se quedaron en silencio un tiempo, cada tanto alguno soltaba una carcajada y los otros le seguían, cada uno con sus propias razones nunca verbalizadas. Había cero empatía entre ellos, no la necesitaban mientras la premisa fundamental fuera el único mandamiento cumplido a rajatabla.

- Apenas soltemos los perros de la guerra para buscarlo se viene una catarata de consecuencias impredecibles. Explicaciones que estarían a cargo de estos impresentables. Movidas callejeras de final incierto pero de comienzo inmediato. Un tembladeral institucional y económico...una cagada en toda la línea.

- La Michetti en la presidencia...ni en pedo...una locura.- Y volvió la carcajada

Y también volvió el silencio. Nada de angustias existenciales, en ese lugar de la impunidad no los alcanza nada. Algún desastre natural, alguna contingencia accidental, pero difícil. En soledad, su estado de naturaleza, unos mascullaban escenarios posibles y soluciones. Otros simplemente divagaban sobre la propia importancia sin conexión alguna con el problema. Así funciona el poder real, así se explica la mierda que es...

- Ya está -largó uno de los que estaba en pijama- No hacemos nada, eso hacemos... nada....- y se terminó el cónclave.

..........................................................................................................................................................................

XVIII, La única Realidad es la Post-Verdá.


Habían pasado las 48 horas del préstamo de uso acordado. Y nada de lo previsto sucedió. Ningún cimbronazo en el mundillo de la colonia en trámite. Las noticias por escandalosas que fueran transitaban el carril naturalizado de no escandalizar a nadie. Los casos más horribles podían pasar por el entretenimiento farandulesco de la tarde como por los sesudos espacios de la corrección política. Uno tras otro anestesiando la capacidad de respuesta. Audios, videos, fotos...desdibujando el espanto de las buenas gentes y sus afanes de buena gente...

La vida cotidiana ignoraba la burbuja de despropósito en la que estaban. Tenían que decidir cómo seguía. La cara de orto de la locadora ya no podía empeorar, estaba completa. El día lluvioso sumaba a las ideas tenebrosas que circulaban las cabezas. En semejante baile no hay salidas elegantes. No lo habían pensado antes, no lo podían pensar ahora. Estaban esperando que alguien propusiera algo, por pelotudo que fuera lo agarrarían. No daba para más. La primera e insistente ocurrencia era la del descuartizamiento, que tenía varios inconvinientes: la realización, con Ciriaco sólo no alcanzaba, otros iban a tener que meter mano. La fajina posterior de la limpieza habría de ser largamente agotadora y una chanchada. Hasta el impedimento del definitivo descarte largamente verbalizado:

- En casa no lo matan, ni en pedo...

Barruntaban en eso, cada uno imaginando el bardo de hacerlo arriba de la Kangoo del Sueco...Fue entonces que la Providencia pareció devolverles sentido a sus acciones y corazones. La tele mandó algo del presidente que no alcanzaron a escuchar bien pero sí alcanzaba para la inspiración profunda con la cabeza afuera del pantano. Y no sólo se pararon las orejas, también los pelos, los nervios, las neuronas...menos los miembros, se les paró todo. Volvió el apresto, esa condición que energiza a la militancia por sí misma sin consideración de los resultados...

EL PRESIDENTE HARÁ CONFERENCIA DE PRENSA EN CASA DE GOBIERNO SOBRE LA NECESIDAD DE NUEVAS MEDIDAS EN EL CAMPO DE...La Providencia se les cagaba de risa...ni más ni menos.

Esperaron la tal conferencia sobre el sexo de los ángeles sin pizca de adaptación a lo que pudiera suceder. Sorprendidos por enésima vez en la capacidad de respuesta del enemigo. Ese talento para degradar las íconos y las epopeyas populares y hacerlas camisetas. Y venderlas, claro...

A las once apareció el tipo, con la sonrisa y muecas estúpidas de siempre, la palabra trabucada e incoherente de siempre, el cinismo bravo intacto de siempre...Pero más sueltito, como divertido, entusiasmado en su papel como nunca se lo veía, sin complejos sobre su minusválida y berreta idiosincracia. Apareció verdadero, con una gracia fresca en la sobreactuación de sus rasgos. Un Freddy Villareal, un Martín Bossi de primera...un retrato imperdible del miserable quejoso encanutado en la piecita.

Del asombro se suele salir con otro asombro más grande, este era imposible. No supieron reir ni llorar por un par de horas. Hasta que la voz de sus niños esenciales, los que ven cuando el rey está desnudo, pudo salir en tramos y acongojada:

- Pero no se dan cuenta que es retrucho? Me están jodiendo que no se dan cuenta.

- Cómo se sostiene una farsa de este tamaño, están todos vivos y complotados? Y el público? La gente no se da cuenta? Cómo se hace para que se entonguen todos en semejante burrada? Los mozos, los choferes...no jodan.

- La Mujer? La Mujer se encama con este? Y la Nena?...

- Cuántos millones se pueden comer esta galletita sin que se les atragante. Cuántos pueden hacerse los boludos y por cuánto tiempo de esta mentira brutal...

Y mientras hacían catarsis de razonabilidad sus mundos interiores se desmoronaban ante la cruda post-verdá...

- Sí se puede, sí se puede...

..........................................................................................................................................................................

XIX. La Discusión Ampliada.

Cuando terminaron de digerir el contragolpe no quedó más remedio que resolver. Son pocos los que saben decidir sobre cuestiones fundamentales con el barco a flote, son los más ordenados en sus vidas. Las mayorías esperan el momento del agua al cuello para mover el culo. La anfitriona entre los primeros y en el otro bando todos los demás. Les quedaba el crédito que sólo tamaña irresponsabilidad constitutiva les permitiera esta tremenda y encarajinada aventura.

La Peti se había ganado un lugar en la mesa chica de las responsabilidades. Supo dirigir las maniobras más arriesgadas de limpieza, alimentación y defeque. Todos estaban muy agradecidos por ello. Y había sido fundamental para contener a Ana haciendo que luciera familiar y razonable todo el delirio. Lo que no quedaba claro era como se constituyó la asamblea de casi treinta personas que los rodeaba en esa hora de urgencia y resolución.

Charo había llegado a hacer sus tareas domésticas de la semana durante las primeras 48 horas. No se le movió un pelo acostumbrada a las excentricidades de la patrona y fajinó por todos los lugares que no fueran específicamente operativos. Lo que se explicaba menos eran sus dos primos que desde la escalera interior participaban de la escena. Que no le habían creido y se le habían burlado y que por eso los trajo. En la escalera también estaban las mujeres del Sueco y la novia vigente del Guillote que les sospechaban tanta ausencia al lecho familiar por "razones de militancia".

Hasta ahí los casos más identificables. Los otros y las otras desconocidas eran de difusa relación o referencia con el núcleo duro, a más de la saludable y tranquilizadora diversidad que expresa el pueblo cuando se reune para atender sus cosas. Habían llegado como "amigo de..." "me enteré y quiero estar..." y con el solemne juramento de confidencialidad y promesa de secretísimo secreto de todo lo que allí ocurriera. Hicieron el peregrinaje a la piecita del fondo para cerciorarse que no los estaban boludeando. Había en todos los rostros una emocionalidad trascendental y agradecida. Como si hubieran sido invitados a un asado en Timote o estuvieran por cruzar el puente Avellaneda el 17 de octubre del 45.

Los primeros cincuenta minutos transcurrieron con las propuestas más sofisticadas para el amasijo. Que el fuego purificador, descartado por las dificultades técnicas. Que el empalamiento, al que se opusieron firmemente las chicas por sus características de vindicta machista. Casi se llegó a acuerdo con colgarlo de la palta pero fueron consistentes las dudas sobre el aguante de la rama. Ciriaco a cada rato reflotaba la del machete reivindicando el deguelle como emblemático en la cultura popular de la liberación. Alguno propuso boxearlo hasta la muerte. Y no faltaron las voces entusiastas ofreciendo las manos propias para la efectivización de lo que se resolviera.

Terminada la catarsis apareció el límite recurrente del campo popular a la hora de ejercer la violencia por justa y merecida que fuera. Esa diferencia que nos condena a la derrota en ese terreno. No ser capaces de las atrocidades de las que el otro bando no se priva para la continuidad de sus privilegios. Ninguno de este lado, ni aquellos que la llevaron adelante por mandato histórico, han sido capaz de regocijarse con esos extremos...

- No es por ahí, no nos sale, ya lo probamos mil veces y por ahí no nos sale.

- Nos deja el sabor de amargo de parecernos a lo que nos enfrentamos. Nos termina quebrando el motor más genuino y vital que nos impulsa: el amor al otro...

- Emparejar las miserias no es camino de transformación. Es la continuidad, es reconocer en los hechos que es como ellos dicen que es.

Y cuando el rapto místico pareció embarcarlos a todos a planos superiores de conciencia un descolgado descerrajó:

- Y si no cambia nada, matémoslo igual qué tanto...-Y bajaron del hondazo-

Fue Arturo, sorprendido de sí mismo, quien desensilló de sus odios regados con tanto cariño y dedicación por años:

- No da para más. Lo vamos a soltar -La asamblea asintió en silencio y aliviada.

........................................................................................................................................................................

XX. El Pliego de Garantías.

La asamblea ampliada se diluyó en minutos. Con acotados abrazos, propios del clima de misterio y promesas de estar para lo que fuera, la masa crítica se fue a sus cosas. Las patriadas son muy lindas y energizantes pero hay que atender a los pibes, preparar la comida, terminar el laburo pendiente en el taller, ir a cubrir vencimientos, volver a la guardia y ocuparse de entretener a los nietos. La Patria no se va a ir y tiene probada paciencia infinita.

Quedaron los participes necesarios para resolver lo que quedaba. También la Flaca Inés del staff permanente de Ana, que siempre había estado, desde las primeras horas, pero poseía una rara cualidad en la belleza, era invisible. Se sentaron a discutir procedimientos. Cuándo y dónde largarlo se resolvió pronto. Lo antes posible y en San Martín y Juan B. Justo. La hora dependía del final de las cuestiones previas. Apuntaron al probable mediodía del próximo día. Si era con un Sol peronista, mejor. El lugar garantizaba el tránsito familiar del cotidiano del barrio y alrededores. Que muchos pudieran decir "justo pasaba por ahí" apropiándose de un pedacito de la epopeya y viralizándola de padres a hijos y a nietos con la proverbial oralidad de la especie y sin cableados intemediarios.

Ahora había que discutir con el embutido las condiciones de la suelta. Rodolfo dirigió la maniobra. Los demás con cara de "al primer renuncio te cocinamos", "el único que te quiere salvar es el que te habla, dale bola porque los demás te queremos matar"...

- Como habrás visto a los tuyos les chupas un huevo. Seguro que no te sorprende, así funcionan Uds., los miserables. A nosotros nos importás un poco más porque tenemos otra cabeza, qué cosa, no?...

- El punto es que tenés dar garantías de que no vas a mandar a nadie. Nos viste las caras, viste la casa, las macetas del cáñamo, nos viste hasta los calzones. Si salís a cacarear los detalles estamos fritos. Nos tenés que dar garantías de que no va a suceder.

Asentía desesperado el ratón, balbuceaba gemidos ininteligibles pero más inexcrutables que de costumbre. Entonces el Guillote, atento a lo que es, se dio cuenta que seguía con el encintado en la boca y se la despellejó de una. Un "ay" espontáneo los atravesó transversalmente. Pasándose la lengua por bigote y mentón habló, dentro de sus parámetros, pero habló, eso sí, mintiendo como siempre.

- Yo no voy a decir nada. O díganme que tengo que decir y yo lo digo. Eso lo sé hacer.

- Te voy a matar...- Perdió el curso Rodolfo y le costó retomar la línea neutra de mediador...

- Te vamos a poner una cámara, vamos a filmar tu arrepentimiento como marca la ley. Nos tenés que contar con pelos y señales todos los chanchullos de los que fuiste parte. Los detalles del choreo familiar y entenados. Cosas que no estén probadas o que falten probar en las causas que tuviste y las que vas a tener. Nombres, direcciones, teléfonos, números de cuentas, amantes, puteríos varios. Historias terribles que no puedan salir a la luz sin ocasionar la muerte civil definitiva de tu clase de mierda.

Habló como nunca, con una fluidez desconocida, como destapando el desague de su cloaca. Fueron horas agotadoras para la banda. Hasta parecía que estaba disfrutando con toda la mierda que les tiraba por la cabeza. Se permitió lamentar que hubiéramos dejado su teléfono en la casa del hecho porque ahí estaban los números. Como que los estaba gozando desde su impotencia. Las ocasionales repreguntas le daban un aire que nadie le conocía, el de la verdad.

Pero fue tomando cuerpo que nada de lo que estaba diciendo, aunque fuera preciso y lapidario, alcanzaba a superar el umbral de sorpresa que buscaban obtener. No agregaba a la conciencia popular que había desde siempre sobre su bajeza. Nada que comprometiera su conciencia por inédito. Se estaban empantanando y ya era la madrugada. Entonces la iluminación popular encarnada en el Tano destrabó las cosas.

- Ese asunto que tu primera mujer te dejó porque te encontró en la cama con un pendejo, es cierta? Con quién fue?...

La cancha enmudeció porque el gol en el minuto noventa y cuatro era eso, gol.

- Si, fue cierto, era el nieto del jardinero de mi viejo de toda la vida, Edgardo Corsini.

- Ya está, no más preguntas. Clarito, sorete y bufarrón. Al rato te soltamos.

..........................................................................................................................................................................

Con las Banderas Desplegadas. Fin.

Sabemos bien, aunque disimulemos, del doloroso vacio sobreviniente a la felicidad de las metas alcanzadas. Tan es así que hay quienes no lo pueden soportar y se dedican voluntariosamente a no realizar meta alguna. El examen aprobado, la entrevista exitosa de laburo, el primer polvo con el amor imposible...Hay que salir corriendo a buscar un nuevo deseo que amerite originales noches insomnes, renovadas y angustiosas vigilias, implacables ansiedades...La felicidad no es para cualquiera, hay que bancársela.

Con el Sol presagiando una jornada de patriótica iluminación arrancaron los preparativos del remate. Y lo de "remate" era pertinente porque la idea de "rematarlo" no los abandonó nunca. La Kangoo en la puerta. Un último lavado de gato al gato. Los propios afeites para la escena final. Que Ana resolviera los suyos y si sacaba al Atila o no lo llevaba, si aprovechaba para pasar por el banco y/o la verdulería, si se vestía para la kinisiéloga o para el coro o para el trámite tal o cual...todo un trámite que tenía su tiempo...lento.

En el medio de las tareas finales fueron arribando las columnas. Cuando el Sueco llegó con la Kangoo a la puerta ya la vereda estaba casi completa de gente. El pasillo de la casa se hacía de difícil recorrido. Saludos y palmeadas en el hombro a todo el equipo. Un aliento lacrimoso que era imposible de atender. Todos querían tener unas palabras con los perpetradores. Presentarse, contar la propia historia que explicara la presencia y aconsejar sobre los pasos que habría que seguir de aquí en más. Una celebración absurda de la que nadie quería sustraerse.

- Estamos todos muy agradecidos pero así no va andar. Queremos que vayan a la esquina programada y ocupen el territorio. Que alguno mande mensajito diciendo que ya están y caemos nosotros.- Liquidó el Ciriaco que había descartado la pistola del cinto por improcedente.

Muy emocionados es poco. Hasta alguno abrazó al idiota de tanta euforia desbordada. El Sueco, Guillote y Ciriaco iban en la camioneta. Arturo, el Tano, Rodolfo, Ana y Atila, caminando. Atrás y adelante pequeños grupos de amados semi desconocidos, como en las marchas. Cuando la abominable carga de ser uno mismo se aligera repartida en ser nosotros. Cuando nuestras soledades esenciales dejan de serlo. Una alegría que conocen las clases populares y los pobres de los castillos de cristal tienen negada. Así fueron llegando. No iban cantando pero la música interior era ensordecedora.

Los querides moroches, marginales, vigilantes de tránsito de la ciudad, pito en mano, fueron los primeros en notar el inusitado número de esquinas ocupadas. No queda claro por qué no alertaron rápido a sus mandos naturales de explotación y vasallaje. Es lindo pensar que primaron sus historias personales de origen popular, reconocieron la nobleza de los participantes e intuyeron la trascendencia mística de lo que estaba sucediendo.

- Salí, andá, volvé al chiquero...- Mandó el Sueco sacándolo de un brazo.

- Tomátelas y no queremos verte más por el barrio, pedazo de sorete...- Levantó la voz el Tano y desató una vocinglería desbordada.

- Hijo de mierda, mantenido del orto...

- Corrupto, porquería...

- Lacra, burro, imbécil...- Se escuchó desde el lugar del alije, la esquina de los colchones. Lo mismo o similares desde las otras, pero necesariamente más fuertes en volumen. Ningún cantito armonioso, ni siquiera el instalado de MMLPQTP. Sólo puteadas visceralmente dichas. Sentidas de corazón. Desgarradas en justicia.

Se fue quedando solo, sollozando, gimoteando su alta e inverosímil condición de presidente de los argentinos. Mientras nos alejábamos vimos algunas almitas, ajenísimas al hecho, acercándosle. La solidaridad propia del pueblo decente. Todo fiesta.

- Y ahora qué hacemos?- dijo alguno babeando felicidad.

- Vamos a la parrilla...

- Vamos...