El Odio.

Revolviendo la basura
encontré este descargo
difícil de aceptar
a la luz de los otros.
Se odia lo que se respira
conocido, lo propio.
Nuestras pertenencias.
Eso que podríamos ser
si no trabajáramos
en evitarlo,
Los propios rasgos,
las impresentables taras
que en fantasía liberamos.

Y amamos lo ajeno,
que no nos toca,
que no sabemos.
Yo violento y soberbio
amo lo dócil y sencillo.
Lo que no conozco,
lo que no tengo.
Odio el espejo
y amo el paisaje.
El odio es primero,
por propio, por eso.
El amor es trabajo.
Duro amar lo odiado,
hay que aprenderlo.
Es otro precio.