En el pecado la penitencia.

21.03.2021

El es rico y yo inmensamente cornuda. Me deslumbró cuando yo cursaba los primeros años de derecho a mis veinte años. Eran tiempos de la dictadura militar, a la que suscribió con entusiasmo y convencimiento. Mis simpatías eran ¨zurditas¨, por lo que al comprarme también debo entender que me salvó la vida.

Sus negocios siempre han tenido epicentro a varios kilómetros de nuestras casas. Donde, se supone no debo saberlo, mantiene una corte de pieles jóvenes que le sirven. Lo mío es atender tres hermosos hijos, sus recepciones de negocios y mi mediocre carrera de abogada, a la que accedí tarde y sin ganas. Podríamos salir en ¨Caras¨ sin desentonar, pero el perfil elegido es el bajo. A tono con su perfil de empresario ventajita, mentiroso y cobarde. Felpudo con los poderosos y soberbio con sus empleados.

Todo venía bien hasta que hace un tiempo y por voraz, se asoció con un gordo mafioso, granuliento y millonario. El estilo del gordo es grasiento, obviamente, y lo enchastra todo. Tarde o temprano iba a salpicar su imagen de rico nacional y patriota, ¨bonus pater familiae¨. Entró en pánico y quiso despegar. Antes de uno de sus viajes a los paraísos de mi cornudez, me dijo: ¨arreglá¨. Sin los detalles del ¨cómo¨. Había que convencer al seboso de terminar las sociedades comunes sin que resintiera el desprecio.

Hice la cita y me caí con las galas de señora refinada y burguesa que soy, zorro blanco inclusive. La bestia no puede acceder por las propias a una mina como yo. Por eso le interesó disponer de mí por una semana corrida hasta el hartazgo. Me cogió por todos lados hasta el vómito. Me hizo coger en su presencia por una ristra de lacayos. Nos meamos mutuamente. Todo. Al final de la semana firmó lo que le puse adelante con ojitos casi enamorados.

Cuando regresó mi legítimo esposo y supo del éxito, saltó y cantó de alegría. Se congeló cuando vió que no saltaba con él. En un momento de debilidad en su aceitada sicopatía, quiso enterarse el ¨cómo¨.

No pudo disimular el lamento. Tiene algo de sensibilidad después de todo.