Era la amiga joven de Mamá.

06.03.2021

...Era la amiga joven de mamá. Venía a llorar sus penas. Un marido miope la desatendía, inexplicablemente, si era un bombón. Femenina, elegante...siempre tacos, siempre pollera. A mis quince años la piel me ardía cuando estaba en casa. A veces después del saludo corría a mi cuarto a gastarme las manos, las dos, porque una no alcanzaba.

Lo debí decir de algún modo porque en mi presencia empezaron a brillar más sus ojos. Una tarde de charla intrascendente en la mesa de la cocina, mamá, ella y yo, se tocaron las rodillas, las de la diosa y las mías. No fue inocente. Ustedes saben, es una suerte. Cuando se combinan amor y calentura, cualquier estupidez vale la pena. La lentitud de las cosas que no tenían que ver con ella fueron insoportables. Y las cosas de ella y con ella...también. No existía curso de acción, nada nos iba a calmar. Ni siquiera el error de un arrebato traería paz porque nos faltaban todos los permisos. El permiso de un error por arrebato entre ellos.

Pero una mañana sin mamá en casa nos encontró el pasillo. Ella como siempre: regia, producida en blanco, medias y tacos. La blusa de seda dejando ver el encaje del corpiño, ese que no dejaba ver sus dos pechos espectaculares. Yo camino al baño, con todo el sueño y nada encima. Nos tuvimos que saludar de alguna forma y ya no despegamos. El beso no puedo describirlo...me tiemblan las manos. Navegué con mis dedos su sexo, que era un lago y me desparramé impaciente apretando entre mis piernas su muslo entregado. Lo demás no importa...tomé a la hembra y me hice hombre.

Después superé lo de ser macho y fui definitivamente lesbiana y feliz.