Es cierto que no la vemos.

03.02.2024

Son tantos años de acumular datos, experiencias y tránsitos varios, que nos cuesta formidablemente desandarnos de los viejos recorridos, para hacernos cargo del pantano desconocido de las nuevas realidades. Es que la joven vivencia humana de diez mil años desde su historicidad, no tenía la vertiginosa dinámica que nos empantana en la propia comprensión del fenómeno actual. Aunque vanidosos y confiados, presumamos de lo contrario.

Las revoluciones tecnológicas conocidas, nos daban un tiempo de aclimatamiento que hoy no tienen. Desde el arco a la pólvora, el vapor a la electricidad, la navegación al vuelo, tuvimos la posibilidad de reflexión encarnada en intelectuales, artistas, historiadores, científicos varios, capaces de ilustrarnos sobre esas realizaciones, llevando tranquilidad emocional a nuestra proverbial angustia existencial.

La vorágine de información, la cantidad espantosa de datos improcesables, el bombardeo de estímulos visuales, modas y contramodas, el impostado relativismo de la postmodernidad, la desconexión con las naturalezas más primordiales, nos conminan al atropellamiento en ideas y acciones, a burdas, ajenas e intencionadas manipulaciones. Nada más extraño al imaginario declamado de la liberación y nada más constituyente de un estado de dependencia consentido y vigorizado por nosotros/as mismos/as.

Así las cosas, nuestras más nobles intenciones y categorías, se han vuelto en contra de eventuales despertares. Aferrados a lo que ya no es, o no lo es del modo en que lo aprendimos, navegamos en ridículas repeticiones de lo que consideramos inmutable. Nuestras reflexiones y acciones consecuentes, transitan ecos inexistentes respecto de los sonidos originales que le dieron carnadura en la realidad. Nos hace totalmente inofensivos en términos de transformación, inocuos, irrisoriamente superfluos.

Habrá que correrse de lo que creimos saber, reformularnos en conciencia y aprendizaje. Tratarnos como infantes en asombroso descubrimiento de lo que nos toca. Bajarnos de cualquier omnipotencia de claridad y certeza. Intentar desconocidos caminos paralelos por conocer. Evitar la previsibilidad con que nos esperan a cada paso, los enemigos de nuestros mejores sueños.

 
Y sobre todo, necesario pero no suficiente, querernos más, empezando por nuestros alrededores.