La de la voz sensual.

21.03.2021

Soy la gorda de la voz sensual. La primera condición tiene niveles de desparramo. Y como tengo vocación de plumas, vestidos ajustados y kilos de maquillaje, no puedo dejar de reconocer que lo mío es la caricatura. Encuentro placer en ello y no pienso tratarlo con ningún analista. Verles la incomodidad en los rostros por tener que tratar con el ridículo cara a cara y sin anestesia. Dejarlos huérfanos del chiste hiriente y la burla obvia, al hacerme cargo del absurdo en primera persona y con las banderas desplegadas.

Pero la segunda condición los atrapa irremediablemente. Les eriza la piel y vuela sus cabezas. La táctica consiste en evitar que mis dos condiciones se presenten juntas. La estrategia es llevar a mi cama a cuanto machito alzado me cruce el destino. Mi herramienta de combate el teléfono. Soy recepcionista hablada, eficiente y respetada, de una empresa gigante y estafadora. Donde la fuente del lucro son las formas y no el fondo. Les sirve mi voz meliflua y engañosa hasta el empalago. Por eso nadie interrumpe cuando tejo mis telarañas. Allí los gasto. El de los sonidos es mi reino.

Puedo empezar tímidamente o arremeter de entrada. Eso depende del capricho de mi ánimo más el banco de datos del cliente o proveedor. Pero el secreto de mi alto porcentaje de éxitos estratégicos es que no expongo mi primera condición hasta que el grado de intimidad de las voces es pornográfico. Tiene que estar todo dicho, aunque dure meses. ¨Te chupo la pija...te trago la lechita....sí así, así papito rompeme el culo...¨. Tiene que estar claro que no nos conocemos para tomar el cafecito o confesarnos las pálidas historias. Nos vemos para tener sexo. Para hacer realidad toda la calentura que levantamos por teléfono.

Por eso la cita es en el estacionamiento de un hotel. Yo espero en un taxi que él llegue. Conozco la descripción de su auto y me avalanzo. El temor ante el escándalo expuesto suele ser superior al que apretando mis muslos se la corte o subiéndome encima lo asfixie. Entramos y cogemos, a pesar de él, la más de las veces. En ocasiones alguno se la banca y hasta me disfruta...

Entonces...entonces me vuelvo una gorda pelotuda y enamorada.