La de la voz sensual.
Soy la gorda de la voz sensual. La primera condición tiene niveles
de desparramo. Y como tengo vocación de plumas, vestidos ajustados y
kilos de maquillaje, no puedo dejar de reconocer que lo mío es la
caricatura. Encuentro placer en ello y no pienso tratarlo con ningún
analista. Verles la incomodidad en los rostros por tener que tratar
con el ridículo cara a cara y sin anestesia. Dejarlos huérfanos del
chiste hiriente y la burla obvia, al hacerme cargo del absurdo en
primera persona y con las banderas desplegadas.
Pero la segunda
condición los atrapa irremediablemente. Les eriza la piel y vuela
sus cabezas. La táctica consiste en evitar que mis dos condiciones
se presenten juntas. La estrategia es llevar a mi cama a cuanto
machito alzado me cruce el destino. Mi herramienta de combate el
teléfono. Soy recepcionista hablada, eficiente y respetada, de una
empresa gigante y estafadora. Donde la fuente del lucro son las
formas y no el fondo. Les sirve mi voz meliflua y engañosa hasta el
empalago. Por eso nadie interrumpe cuando tejo mis telarañas. Allí
los gasto. El de los sonidos es mi reino.
Puedo empezar tímidamente
o arremeter de entrada. Eso depende del capricho de mi ánimo más el
banco de datos del cliente o proveedor. Pero el secreto de mi alto
porcentaje de éxitos estratégicos es que no expongo mi primera
condición hasta que el grado de intimidad de las voces es
pornográfico. Tiene que estar todo dicho, aunque dure meses. ¨Te
chupo la pija...te trago la lechita....sí así, así papito rompeme
el culo...¨. Tiene que estar claro que no nos conocemos para tomar
el cafecito o confesarnos las pálidas historias. Nos vemos para
tener sexo. Para hacer realidad toda la calentura que levantamos por
teléfono.
Por eso la cita es en el estacionamiento de un hotel. Yo espero en un taxi que él llegue. Conozco la descripción de su auto y me avalanzo. El temor ante el escándalo expuesto suele ser superior al que apretando mis muslos se la corte o subiéndome encima lo asfixie. Entramos y cogemos, a pesar de él, la más de las veces. En ocasiones alguno se la banca y hasta me disfruta...
Entonces...entonces me vuelvo una gorda pelotuda y enamorada.