La Sentencia.
El viento fiero de mi descontento,
como el invierno del rey deforme,
arrasará realidades e ilusiones.
Desvanecerá a los malandras,
los vanos y los apropiadores.
Sus escrituras y sus leyes
quedaran escombradas
como sus rascacielas pretensiones.
Se barrerán de una vez
los absurdos privilegios
de la casta de los bravucones.
Nada de sus burbujas de placer,
nada de sus abusos,
porque no quedarán rincones.
Tampoco habrá herencia prometida,
la de mi amoroso hijo condenado.
Porque mi viento se llevará a los mansos,
a los débiles, a los consentidores.
Les cabrá la misma extinción
a los que toleraron.
Los he visto derramar sus sangres
en las guerras de los patrones.
Los he visto afanarse
porque se realizara la injusticia.
Pero no los he visto defenderse.
Libraré al universo del fallido.
Ya no tendrán la cotidiana espera
del verdugo ocasional.
Será de un solo tajo
y no habrá juicio, sólo esta sentencia.