No quieren un Golpe.
No quieren, en realidad, un golpe
con
generales cipayos,
embanderados de patriotas
occidentales
y cristianos.
Saben y los Pueblos saben,
que no hay paz de
cementerios.
Que esos muertos no mueren.
Vuelven en
epopeyas populares,
de conciencia y más derechos.
Lo que
quieren es confundir
sin nombres propios,
identidades o
pertenencia.
Fogonear fragmentación y sospechas,
como los
troscos, qué cosa,
quieren la perpetua revuelta.
Administrar el caos y la traición
desde
sus rascacielos de confort.
En el cuidado paisaje
de su
"zona verde",
rodeada de campos minados.
Desembarcar en
las fuentes
de la riqueza no renovable.
Y claro, abrevar en
ellas.
Protegerlas de la chusma,
del "gasto", del
despilfarro.
Querida e ilusa humanidad:
estas pedorras
minorías,
con sus esbirros y lacayos,
"nos han declarado la
guerra".
Haríamos bien en notarlo.
* El entrecomillado final es de Pare-Joan Manuel Serrat.