....Pero la espía soy yo.
Mi marido trabaja en la SIDE pero la espía soy yo. Fui ¨voyeur¨desde
niña y no hay nada que me lleve al orgasmo sino la imaginación o la
visión efectiva de los otros teniendo sexo. Cuando supe a que se
dedicaba mi novio mi obsesión fue casarme. El sueño del príncipe
azul, James Bond en mi caso.
Pero resultó un gordo burócrata y
vulgar. De la generación de los ¨obedientes debidos¨, que tanto
averguenza a sus mujeres e hijas, débiles y bien pagadas, que se
esfuerzan por ocultarlo. Los fines de semana se va al ¨country¨,
plata no nos falta, ya saben. Allí montó un taller de cerámica y
como presume de nazi al horno le puso ¨Auschwitz¨. Yo me dedico a
otra cosa.
Tenemos un departamentito en un monoblock de Lugano que él
da por alquilado. Poquito a poco lo fui equipando. Con la ayuda de
los catálogos del hombre, bah, de eso, me hice de lo último y más
sofisticado en aparatos para vulnerar la intimidad del otro. En el
tiempo del uno a uno todo fue posible para nosotros, los
privilegiados. Micrófonos ultra-sensibles, cámaras infrarrojas con
teleobjetivos laser, todos en ¨embutes¨ tan perfectos que me
ocurrió de prestar una lapicera con micrófono a una señora en el
banco y no recuperarla más. Si por lo menos me sirviera para
espiarla, lo intenté, pero se puso fuera de alcance.
En el territorio de mis deseos, con base en el departamentito, soy una vecina tranquila y amable que entra a la casa de todos. Las siembro con cámaras y micrófonos. Con la excusa del té, del regalito ¨que te traje de las vacaciones¨, transito las piezas, los baños, los placares. Me especializo en adolescentes bellos de los dos sexos, también en las cuarentonas ¨sexys¨ y mal atendidas. Los hombres son un fracaso, rutinarios, mezquinos y previsibles. No los voy a abrumar con la calidad de mis archivos. Hasta tengo registro de un homicidio pasional por cuernos, que no pienso deschavar, a riesgo de la impunidad del asesino. Eso me podría exponer y darle fin a la única actividad de mi vida que me gratifica. Los dejo porque en el tercero trece hay un muchachito gay que sedujo al portero.
Para redondear lo del asesino: no soy hipócrita, si yo duermo con uno y no digo nada...